Comentario
La historia de los griegos no se comprende bien sin la presencia constante de un pensamiento mítico muy desarrollado: el mito está enraizado en aspectos transcendentales de su vida individual, como el nacimiento, la boda o la muerte, y de su existencia colectiva, como pueden ser las fiestas sagradas de la ciudad o los rituales que conlleva la fundación de una colonia. Los griegos poseyeron un especial instinto para transmitir todo su complejo bagaje mítico mediante una rica y desarrollada expresión plástica y oral. Hesiodo y Homero serán los principales autores que nos aportan noticias de esa mitología griega, que será heredada por los romanos. Sólo estos textos sirven de referencia para conocer el panteón helénico ya que, a diferencia de otros pueblos, los griegos no nos han dejado textos de carácter religioso, posiblemente porque no los tuvieron.
Como la mayor parte de los pueblos de la Antigüedad, los griegos eran politeístas. Los dioses serán simples personificaciones antropomórficas de las fuerzas de la naturaleza que el hombre, en un momento temprano e inmaduro de la historia, comprendió a su propia medida. Esos dioses serán inmortales, pero manifiestan aspectos humanos, como bien narra Homero en la Iliada. La mayoría de estos dioses vivían en el monte Olimpo y allí tenían lugar las reuniones divinas, amenizadas por música, comida y bebida, el néctar y la ambrosía, alimentos exclusivos de los dioses, que dotaban de inmortalidad a quien los consumía. Entre dioses y hombres hay un continuo diálogo, expresado en múltiples ocasiones con relaciones sexuales de las que nacen héroes, alcanzando algunos la inmortalidad. Y es que los dioses griegos se preocupan de proteger a los individuos, sin otorgar respuestas sobre el futuro tras la muerte. En otras ocasiones los mortales rechazan a los dioses, como Odiseo, que renunció a la inmortalidad ofrecida por la diosa Calipso a cambio de vivir juntos en una isla. Odiseo prefirió a Penélope, su mortal esposa.
Antes de la aparición de los dioses sólo existía el desorden del Caos, rodeado por la oscuridad eterna. Del Caos, sin explicación alguna, nacieron dos hijos, la Noche y la Muerte. En el universo no existía otra cosa hasta el nacimiento del Amor, hijo de la Noche y la Muerte, "un huevo nacido del viento (que la Noche puso) en el seno del sombrío y profundo Erebo (la Muerte)" según el poeta Aristófanes. El Amor primero creó la Luz y el Día y después la Tierra y el Cielo, Gea y Urano según los griegos. De la relación existente entre ellos nacieron los monstruos, destacando los tres Cíclopes, llamados así porque tenían un solo ojo circular en la frente de sus 50 cabezas, y los Titanes. Cuando el titán Cronos castró a su padre, Urano, de la sangre manada nacieron los Gigantes y las Furias, guardianas de la vida humana y perseguidoras de los pecadores. Cronos consiguió expulsar a todos los monstruos de la Tierra y reinó durante tiempo inmemorial acompañado de su esposa-hermana Rea.